La mejor medicina es una vida saludable; entonces, ¿por qué no se prescribe?


Los malos hábitos de vida del colectivo médico, los resultados contradictorios de algunos estudios, la dificultad de adoptar estilos de vida saludables…

… y el que los estudios científicos sobre los efectos beneficiosos de los hábitos de vida saludables sean recientes (de hace menos de 20 años), son algunas de las causas por las que no se prescriban con mayor énfasis, a pesar de ser la mejor medicina para la prevención de enfermedades relacionadas con el proceso de envejecimiento.

Dirección médica de Neolife


El objetivo de la Medicina de las 4 P es promover hábitos de vida saludables.

Vivimos más, mucho más que hace 100 años. La esperanza de vida media en los países desarrollados se ha alargado 30 años en tan solo un siglo. Sin embargo, por lo general, la calidad de vida en estos 30 años de más no es muy buena. Esta circunstancia es la que promueve con fuerza el denominado “Paradigma Sanitario del Siglo XXI”, la “Medicina Preventiva, Proactiva, Predictiva y Personalizada” (Medicina de las 4 P), encargada de alargar la calidad de vida y posponer la aparición de las enfermedades propias del envejecimiento hasta los últimos momentos de ella (lo que se conoce como compresión de la morbilidad).

Pues bien, lo más importante de la Medicina de las 4P (o MP4) es inculcar a la población los estilos de vida saludables en lo relativo al ejercicio, nutrición, descanso, harmonía interior y evitar hábitos tóxicos. Todos ellos, complementados con la terapia de reemplazo hormonal bioidéntica (TRHB), la suplementación nutricional personalizada y el control longitudinal de biomarcadores, son los pilares de la Age Management Medicine, la Medicina de las 4 P aplicada a mayores de 35 años.

Esto no es nuevo. Ya lo decía Hipócrates (460-377 a.C.) hace 2500 años: “si fuésemos capaces de dar a cada persona la dosis justa de ejercicio y nutrición, ni en exceso ni en defecto, habríamos encontrado el mejor camino a la salud”. Entonces, ¿qué hay de nuevo? El escritor norteamericano Ralph Waldo Emerson (1803-1882) decía: “la sociedad se sorprende frecuentemente de cualquier novedad del sentido común”. La verdad no es que ahora nos sorprendamos de que hacer ejercicio y comer bien sea sano, lo que ocurre es que la evidencia científica de que eso es así es de hace muy poco tiempo. La mayoría de los estudios científicos sobre los efectos beneficiosos del ejercicio son de hace menos de 20 años, y lo mismo ocurre con la nutrición, el descanso o la exposición a sustancias tóxicas. Ahora podemos confirmar científicamente que lo que decía Hipócrates era cierto. En el fondo esto no deja de ser parte de la arrogancia de la ciencia moderna…

La mejor medicina es una vida saludable

En esta línea, la AHA (American HeartAssociation – Asociación Americana del Corazón) se propuso en 2010 siete objetivos nacionales de salud cardiovascular y prevención de la enfermedad para el 2012 (1):

  1. No fumar.
  2. Tener un IMC (índice de masa corporal) normal.
  3. Actividad física regular.
  4. Dieta saludable.
  5. Colesterol normal.
  6. Tensión arterial normal.
  7. Glucosa normal.

Solo con cumplir los cuatro primeros puntos reduces en un 81% tu riesgo de cualquier causa de mortalidad en los próximos 7,5 años.

El estudio INTERHEART, realizado en 52 países (2), estima que más del 90% de los factores de riesgo cardiaco son modificables con estilos de vida saludables.

A pesar del creciente interés por la Medicina de las 4 P y de las recomendaciones realizadas por la AHA, se siguen sin fomentar los estilos de vida saludables.

No existe fármaco alguno capaz de lograr una prevención y control de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento como lo logra un estilo de vida saludable. Entonces ¿por qué no se prescribe con más énfasis?

Existen varias razones:

– Todavía hay muchos médicos, incluso más que en otras profesiones, con muy malos hábitos de vida: fumadores, sedentarios, con sobrepeso, con mal hábito nutricional… No se puede predicar si no es con el ejemplo. Muchos médicos no creen en la efectividad de cambiar el estilo de vida y, por tanto, seguirán prescribiendo pruebas y fármacos para resolver problemas que se podrían controlar con hábitos saludables.

– La ciencia a menudo aporta resultados contrapuestos en un mismo tema y esto desconcierta al médico clínico, que necesita ideas claras y no debates científicos. Por ejemplo, el estudio Look AHEAD (3) no obtuvo resultados positivos de las intervenciones sobre los estilos de vida en la reducción del riesgo cardiovascular en 5.000 obesos diabéticos; sin embargo los estudios STENO-2 (4) y WHEL (5) sí evidenciaron importantes beneficios. Los médicos también se decantan por aquellas ideas que les son más afines: si un médico sedentario lee un estudio científico en el que no se da valor al ejercicio, se agarrará a él para argumentar su falta de voluntad para hacer ejercicio, aunque haya 20 veces más artículos que digan lo contrario.

– Cambiar los hábitos de vida es algo muy difícil. El saber popular dice que es más fácil cambiar de religión o pareja que de hábitos de vida. Esto probablemente no sorprenda a nadie. Numerosos estudios científicos dan buenos resultados mientras los sujetos del estudio están bajo control. Una vez terminados los estudios, al preguntar sobre la evolución de sus participantes, la mayoría de ellos han vuelto a sus estilos de vida anteriores y a empeorar aquello que mejoraron. Se han hecho estudios de todo tipo, incluso pagando dinero por objetivos conseguidos; sin embargo, una vez cobrado el dinero se vuelve a los hábitos anteriores. La motivación para conseguir una adherencia y constancia a un estilo de vida saludable es muy variada, personal y cambiante. Una boda, la operación bikini, un reto deportivo, una enfermedad, son algunas de las motivaciones más frecuentes. Pero el querer no es poder: para poder dar el cambio a menudo se necesita de ayuda profesional. De lo que no cabe la menor duda es que los buenos hábitos de vida deben adquirirse en la infancia-adolescencia.

– ¿Somos los médicos quienes debemos prescribir estilos de vida saludable? Un estudio publicado en 2007 (6) observó que entre 1996 y 2001 el consejo sobre dieta y ejercicio descendió en un 22% entre médicos de familia. En las facultades de medicina todavía no se enseña sobre la importancia de los estilos de vida. Además, los estudiantes y residentes de medicina dedican mucho tiempo y esfuerzo en completar sus estudios y prácticas, a menudo incompatibles con una vida sana. Como consecuencia el colectivo médico no es precisamente un paradigma de vida saludable. Si bien el consejo del médico es el más valorado en cualquier tema de salud, la intervención de otros profesionales como nutricionistas, enfermeros, licenciados en actividad física, psicólogos… es determinante a la hora de lograr cambios en los estilos de vida.

En Neolife, clínica de Medicina Antiaging, hemos formado un equipo multidisciplinar que predica con el ejemplo: entrenamos regularmente, nuestra dieta es de bajo índice glucémico, no fumamos, tomamos suplementos nutricionales y controlamos frecuentemente nuestros biomarcadores de salud y longevidad. Disfrutamos ayudando a nuestros pacientes a entender por qué deben cuidarse, a dar importancia a mínimos cambios positivos en sus biomarcadores y a motivar y mantener la constancia en el programa, por medio de contactos frecuentes.

BIBLIOGRAFÍA

(1) Lloyd-Jones DM, Hong, Y., Labarthe, D. et al; “American Herat Association Strategic Planning Task Force and Statistics Committee. Defining and setting national goals for cardiovascular health promotion and disease reduction: The American Heart Association´s strategic impact goal through 2020 and beyond”. Circulation 2010; 121:586-613.

(2) Ford ES, Greenlund KJ, Hong Y. “Ideal cardiovascular health and mortality from all causes and diseases of the circulatory system among adults in the United States”. Circulation. 2012; 125:987-995

(3) Look AHEAD Research Group, Wing RR, Bolin P., el al. “Cardiovascular effects of intensive lifestyle intervention in tyre 2 diabetes”. N Engl J of Med. 2013; 369:145-154

(4) Gaede P., Vedel P., Larsen N., et al. “Multifactorial Intervention and Cardiovascular Disease in Patients with Type 2 Diabetes.”, N Engl J Med. 2003; 348: 383-393

(5) Perce JP., Natarajan L., Caan BJ, et al. “Influence of a diet very high in vegetables, fruit, and fiber and low in fat on prognosis following treatment for breast cancer: the Women´s Healthy Eating and Living (WHEL) randomized trial. JAMA. 2007; 298:289-298

(6) McAlpine DD, Wilson AR. “Trends in obesity-related counseling in primary care: 1995-2004. Med Care.  2007; 45:322-329