La rigidez arterial: el factor cardiovascular olvidado


El paso de los años incide en todos los sistemas y aparatos del ser humano. Tenemos aspectos visibles, como el envejecimiento cutáneo, pero hay un envejecimiento que no se ve, no se sufre (al menos de manera directa) y que es crucial para nuestra calidad de vida, el envejecimiento de nuestro sistema cardiovascular.

La rigidez arterial es un predictor para la aparición de enfermedad cardiovascular.

No solo sirve para la predicción de aparición de infartos o ictus, sino que la enfermedad cardiovascular crónica como la insuficiencia cardíaca o la aparición de enfermedad cerebrovascular tipo demencia están muy relacionadas con las cifras de rigidez arterial.

Dr. Francisco Martínez Peñalver – Equipo Médico Neolife


El corazón, la gran estrella del aparato cardiovascular

El paso de los años incide en todos los sistemas y aparatos del ser humano. Tenemos aspectos visibles, como el envejecimiento cutáneo por medio de las arrugas, dolorosos, como la aparición de artrosis en las articulaciones, pero hay un envejecimiento que no se ve, no se sufre (al menos de manera directa) y que es crucial para nuestra calidad de vida presente y futura, el envejecimiento de nuestro sistema cardiovascular.

El aparato cardiovascular tiene una gran estrella, el corazón, con innumerables estudios para conocer la situación de cada milímetro cuadrado de su superficie. Pero también tiene un gran olvidado, el sistema vascular, al que solo atendemos cuando se descubre la existencia evidente de una placa aterosclerótica que produce síntomas por obstrucción. Este sistema vascular envejece y ofrece signos medibles que nos pueden ayudar a predecir la aparición de eventos vasculares como, por ejemplo, la rigidez arterial, que además es un factor que mejora con el tratamiento.

rigidez arterial

La rigidez arterial es un predictor independiente para la aparición de enfermedad cardiovascular aguda o crónica (1) (2). Es decir, no solo sirve para la predicción de aparición de infartos o ictus, sino que la enfermedad cardiovascular crónica -como puede ser la insuficiencia cardíaca o la aparición de enfermedad cerebrovascular tipo demencia- están muy relacionadas con las cifras de rigidez arterial. En el corazón, por ejemplo, a mayor rigidez mayor dificultad para el ventrículo izquierdo para impulsar hacia delante toda la sangre que bombea y mayor dificultad para que esta llegue a su destino, lo que va a producir cambios estructurales permanentes en las paredes cardíacas que alterarán la función de “bomba cardíaca”.

En la rigidez arterial influye la edad, las cifras de presión arterial del paciente y el último concepto llegado a la prevención del riesgo vascular, la inflamación. Esa misma inflamación que aparece como el factor inicial que determina la aparición de la placa de aterosclerosis se revela como uno de los principales contribuyentes a que aumente la rigidez de la arteria (probablemente son dos procesos simultáneos e interconectados).

Los mecanismos por los que la inflamación aumenta la rigidez arterial son múltiples. Algunos de ellos inducen cambios de manera rápida al actuar sobre las fibras musculares lisas del endotelio, y otros van a producir alteraciones más larvadas en el tiempo que van a ir cambiando la configuración estructural de la pared arterial.

En pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas, como pueden ser la espondilitis o la artritis reumatoidea, se aprecia un incremento, independiente de otros factores, de la rigidez arterial, especialmente en arterias medianas y grandes. La aplicación de antiinflamatorios biológicos (3), como Metotrexate o Tocilizumab, o incluso de corticoides como la prednisona, que por sus efectos sobre la presión arterial y la glucemia clásicamente se consideran perniciosos para el sistema vascular, reducen esta inflamación endotelial y mejoran en estos casos la rigidez arterial detectada. Las estatinas son otro factor que modifica de manera positiva las cifras de rigidez arterial.

A la hora de medir la rigidez arterial se utiliza normalmente la tecnología de “medición de onda de pulso”. En muy pocos centros de nuestro país, por ejemplo en las Clínicas Neolife, se dispone de un dispositivo llamado Sphygmocor (4). Esta máquina mide la rigidez arterial justo en la salida de la raíz aórtica, de una manera muy precisa, constituyendo una herramienta muy útil a la hora de valorar el riesgo vascular exacto de cada paciente, o lo que es lo mismo, la probabilidad de que tenga un evento cardiovascular (ictus, infarto o arteriopatía periférica) en los próximos 5 o 10 años.

En resumen, debemos incorporar a nuestro esquema mental de “elementos que pueden deteriorar la salud cardiovascular” a la rigidez arterial al mismo nivel de otros más populares como la presión arterial, la diabetes o el colesterol.


BIBLIOGRAFÍA

(1) Jain S. et al. Atherosclerosis237 (2014) 381-390.

(2) Laurent S. et al. Aortic stiffness is an independent predictor of all-cause and cardiovascular mortality in hypertensive patients. Hypertension 2001;37(5):1236-41.

(3) Schnabel R. et al. Relations of inflammatory biomarkers and common gentic variants with arterial stiffness and wave reflection. Hypertension 2008;51(6):1651-7.

(4) Determinants of aortic stiffness: 16-year follow up of the Whitehall II study. PloS One 2012;7(5):e37165